
La Iglesia prospera a través del liderazgo generacional: la tutoría con intención, relación y liberación asegura su misión perdurable.
Este mensaje enfatiza la necesidad de un liderazgo apostólico para guiar y liberar intencionalmente a la próxima generación. Partiendo de los modelos bíblicos (Jesús, Bernabé y Pablo), describe cómo un ministerio fructífero no se basa en el tamaño, sino en el legado duradero y la sucesión fiel.